• +56 9 9991 8792
  • Estoril 50 Oficina 206 Las Condes
  • Lunes - Viernes: 9.00am - 6.00pm
  • +56 9 9991 8792
  • Estoril 50 Oficina 206 Las Condes
  • Lunes - Viernes: 9.00am - 6.00pm
las-cualidades-esenciales-de-un-buen-terapeuta-segun-carl-rogers-y-su-aplicacion-practica

Las cualidades esenciales de un buen terapeuta según Carl Rogers y su aplicación práctica.

Carl Rogers, uno de los psicólogos más influyentes en el campo de la psicoterapia, desarrolló un enfoque centrado en el paciente que se basa en tres cualidades fundamentales que todo terapeuta debe poseer: congruencia, aceptación incondicional y empatía. Estas características son clave para generar una relación terapéutica efectiva, donde el paciente se sienta comprendido y acompañado en su proceso de cambio. Veamos en detalle cada una de estas cualidades y cómo se aplican en la práctica.

1. Congruencia
La congruencia, para Rogers, implica que el terapeuta sea auténtico y transparente con el paciente. No se trata de esconder emociones o pensamientos, sino de mostrarse de manera genuina, siendo coherente entre lo que siente y lo que expresa. En la práctica, la congruencia permite que el terapeuta actúe con asertividad y mantenga una comunicación clara, lo que refuerza la confianza del paciente.
Ejemplo práctico: Imagina que un paciente llega a terapia tras una recaída en su proceso de recuperación. Un terapeuta congruente no ocultará su preocupación, pero en lugar de expresar enojo o frustración, hablará de forma sincera y abierta sobre el impacto de esa recaída, invitando al paciente a explorar juntos las razones detrás de este comportamiento. La autenticidad del terapeuta ayuda al paciente a sentirse validado, sin miedo al juicio.

2. Aceptación Incondicional
La aceptación incondicional implica que el terapeuta recibe al paciente tal como es, sin condiciones ni juicios. Este ambiente de calidez no posesiva es fundamental para que el paciente se sienta seguro y pueda explorar sus pensamientos y emociones sin temor. Rogers creía que esta aceptación total es clave para que el paciente pueda crecer y desarrollar una mejor comprensión de sí mismo.
Ejemplo práctico: Supongamos que el paciente admite haber mentido sobre sus avances en terapia. Un terapeuta que ofrece aceptación incondicional no se enfoca en el error, sino en lo que llevó al paciente a mentir. Le ofrece un espacio de comprensión y apoyo, donde se busca entender las razones detrás de su comportamiento, sin castigarlo ni reprocharle. Esta postura le permite al paciente abrirse y compartir sus experiencias de manera honesta.


3. Empatía
La empatía, para Rogers, es la capacidad del terapeuta de comprender el mundo interno del paciente tal como él lo vive. Es ponerse en los zapatos del otro, sin perder de vista su propia perspectiva. Esta habilidad es clave para generar una conexión profunda y significativa, y es lo que permite que el paciente sienta que su experiencia es validada y comprendida.
Ejemplo práctico: En el caso de una persona que ha tenido varias recaídas en su proceso de abstinencia, el terapeuta busca entender los detonantes emocionales y psicológicos que llevan a esas recaídas, en lugar de simplemente enfocarse en los hechos. A través de la empatía, el terapeuta se conecta con el dolor y la frustración del paciente, ayudándolo a explorar las causas subyacentes y a encontrar nuevas formas de manejar esos momentos difíciles.


La importancia de la empatía en la relación terapéutica
Miller y Rollnick, conocidos por su trabajo en la entrevista motivacional, resaltan la importancia de la empatía y la escucha reflexiva en la relación terapéutica. Para ellos, estos elementos son determinantes en el éxito de la terapia, ya que ayudan a construir una alianza sólida entre terapeuta y paciente. Esta alianza es clave para que ambos puedan trabajar juntos hacia los objetivos terapéuticos.


Cuando el terapeuta escucha de manera activa y refleja lo que el paciente expresa, le permite sentirse comprendido y acompañado. Esto es especialmente importante en situaciones donde el paciente puede sentirse vulnerable, como después de una recaída. La capacidad del terapeuta de ofrecer un espacio seguro, donde no hay juicio, sino un deseo genuino de entender, facilita el crecimiento y el cambio.

Aplicación práctica en el manejo de recaídas
Un ejemplo claro de cómo se aplican estas cualidades en la práctica es el manejo de las recaídas. A pesar de que el paciente pueda haber establecido objetivos de abstinencia, el terapeuta no lo juzga ni lo castiga cuando ocurre una recaída. En lugar de eso, busca comprender qué desencadenó la situación, explorando los factores emocionales y contextuales que contribuyeron a ella. Este enfoque no solo ayuda al paciente a sentirse comprendido, sino que también abre la puerta a desarrollar nuevas estrategias de afrontamiento para el futuro.
En resumen, las cualidades de congruencia, aceptación incondicional y empatía son esenciales en la práctica terapéutica. No solo ayudan a construir una relación de confianza, sino que también permiten que el paciente explore su experiencia de manera profunda y significativa, facilitando el proceso de cambio y crecimiento personal. Un terapeuta que encarna estas cualidades ofrece un espacio de contención y seguridad, donde el paciente puede sentirse acompañado en cada paso de su camino hacia el bienestar.

Fuente: Gregorio Valenzuela